
Día Internacional de la Mujer Trabajadora
8 de Marzo de 2021
Buenos días, invitadas/os, nuestras compañeras, compañeros, Dirigentes y Dirigentas sindicales nacionales e internacionales. Reciban un cordial y fraternal saludo del directorio de la Central Autónoma de Trabajadores y Trabajadoras de chile.
Este 8 de marzo es un día, diferente a muchos otros, es un día donde muchas mujeres, están en cuarentena sanitaria, muchas otras están desempleadas, otras no tienen ningún tipo de ingresos para sobrevivir, y de las que tienen que salir a trabajar en cuarentena, están con el dilema si van a trabajar o se quedan cuidando a los hijos e hijas, lo que las lleva a decidir por los ingresos para sobrevivir o cuidar la familia y están la que tienen que salir sí o sí a trabajar por tener un trabajo esencial y no tienen quien les cuide a los hijos e hijas o algún familiar enfermo/a. También están las que aun en cuarentena y sin tener quien les cuide a los hijos, hijas, deben salir a buscar el sustento para sobrevivir día a día exponiéndose al contagio. Y las que no están por que se las llevó la pandemia y las que no están porque las asesinó un perpetrador.
Por esta razón este 8 de marzo es atípico, un 8 de marzo donde no podemos dejar de decir que la pandemia sanitaria mundial covid-19, nos ha generado un retroceso en la participación de las mujeres en el mundo laboral, producto de la perdida de muchos empleos especialmente el de las mujeres, el confinamiento develó que las mujeres nos encontramos en la primera línea de esta crisis sanitaria, ya sea como trabajadoras de la salud, cuidadoras, y organizadoras comunitarias, especialmente de las ollas comunes que vimos en gran parte de Chile, esta pandemia ha develado la importancia de la contribución que hacemos las mujeres y las cargas desproporcionadas que soportamos. Adicionalmente la pandemia ha evidenciado las fallas del modelo económico, un modelo ya agotado para los chilenos y chilenas, y mostró en esta pandemia, la crudeza de las desigualdades que viven gran parte de los habitantes de nuestro país.
Por otro lado, la violencia contra las mujeres y las niñas probablemente sea la forma de violación de los derechos humanos más tolerada socialmente y tiene lugar en todas las regiones, países y culturas. Se ha venido tomando conciencia que la violencia en el trabajo no es únicamente un problema individual, sino que se trata de un problema estructural y sistémico arraigado en factores sociales, económicos, organizativos y culturales más amplios. Fuera de estos obstáculos que frenan la participación y liderazgos de las mujeres que ya existían antes de la pandemia. El confinamiento y distanciamiento físico y las restricciones de movilidad han aumentado el aislamiento de las mujeres de sus redes de apoyo y han generado barreras adicionales en el acceso a servicios de atención en situaciones de violencia doméstica (como la llama ONU Mujeres) la pandemia a la sombra, la que ha aumentado considerablemente. Por otro lado, se ha producido una sobrecarga de trabajo no remunerado y de cuidados para las mujeres en los hogares, se ha generado más desempleo y ha llevado a muchas más mujeres a la pobreza especialmente las de hogares monoparentales.
Ante esta situación es urgente fortalecer la prevención a través de políticas de tolerancia cero, hacia la violencia contra las mujeres y las niñas, se necesita responder oportunamente y en forma expedita a las mujeres en situación de violencia y se debe asegurar el pleno acceso al sistema de justicia a las mujeres, pero también la justicia debe tener una perspectiva de género y no tratarlas como criminales a mujeres y niñas violentadas.
Es urgente avanzar en el reconocimiento de la desigualdad de género en ciudades y territorios.
Se deben crear ciudades seguras para mujeres, niñas y comunidades discriminadas. Desde la educación, las políticas, la prevención y no desde un accionar represivo. Promoviendo el entendimiento de las ciudades desde una perspectiva de los cuidados y las labores domésticas, superando la idea de lo público y lo privado, que esconde muchas veces los roles de género y la violencia dentro de la familia nuclear. Debemos tener un transporte con acceso libre y seguro como servicio público, que facilite una equitativa distribución de trabajo y de cuidados en sus recorridos.
Necesitamos, ciudades que cuiden, donde se garanticen derechos sociales, sexuales y reproductivos, que incluya el derecho al cuidado, que se reconozca como un trabajo con seguridad social y exista corresponsabilidad social y se promueva la organización comunitaria como una forma de hacerse cargo de cuidar, a los otr@s, superando la idea de la familia tradicional heterosexual como único vínculo que cuida en la sociedad, donde sea el Estado el responsable a través de un sistema nacional de cuidados.
Como organización Sindical que tiene un rol dentro de nuestra sociedad debemos ser capaces de reconocer el valor del trabajo reproductivo que realizamos las mujeres, la responsabilidad del cuidado infantil, de los adultos mayores y los enfermos es una tarea de la que debemos hacernos cargo como Estado, empleadores y sociedad, esto es un problema social que debemos visibilizarlo reconocerlo y buscar soluciones en conjunto, teniendo claro que esto implica profundos cambios en los valores y el comportamiento de las personas.
Estamos proponiendo cambiar la relación entre producción y reproducción y descentralizar los trabajos reproductivos para que todos estén involucrados en el cuidado de niños y niñas o en las tareas domésticas.
También debemos decir que este 8 de marzo debe ser un momento de reflexión sobre los progresos alcanzados en la defensa de los derechos de las mujeres, estamos viviendo grandes transformaciones y debemos celebrar los actos de valor y determinación tomados por mujeres feministas y jóvenes, quienes se organizaron en movimientos diversos e inclusivos, en la calle a favor de la justicia social, las que han tenido un papel extraordinario en la historia reciente de nuestro país, como es la de lograr escribir una nueva constitución en forma paritaria y con representantes de comunidades indígenas.
En este sentido sí tenemos que celebrar que la historia futura la estamos escribiendo juntos hombres y mujeres. Que necesitamos una Constitución con perspectiva de género donde se constaten los derechos básicos y fundamentales, que logremos tener el derecho a negociar colectivamente por rama de la productividad, ya que esto generaría una verdadera redistribución de la riqueza. También debemos mejorar la protección de trabajadores y trabajadoras contra las enfermedades, sean o no profesionales, y contra los accidentes del trabajo, esta pandemia ha resaltado que las medidas de salud y seguridad en el trabajo resultan inadecuadas en muchos lugares de trabajo, por lo que se debe establecer protocolos reales de reintegro seguro al trabajo, para lograr la tan anhelada normalidad.
Por otro lado, debemos tener la capacidad de trabajar para que las mejores mujeres y hombres que hoy son candidatas/os a la constituyente, vengan del mundo del trabajo y puedan plasmar todas nuestras demandas, tanto en la perspectiva de género, como en los derechos de la libertad sindical y negociación colectiva para todos y todas, que se consagren los derechos fundamentales, que se logre tener educación sin estereotipos, promoviendo modelos positivos de mujeres en todas las áreas de la educación científicas y humanistas para generar los verdaderos cambios.
Por lo que debemos promover y apoyar las candidaturas feministas.
- Apoyar el compromiso con la comunidad y el fomento de la capacidad de las mujeres, que se enfrentan a formas de discriminación múltiples e interrelacionadas para participar en la política y la vida pública.
- Reclamar cuotas de género de cumplimiento obligatorio y objetivos más audaces en materia de igualdad de representación.
- Demandar que se prevenga y se considere delito la violencia contra las mujeres en la vida pública y política, tanto en entornos digitales como físicos.
- Incentivar a los partidos políticos para financiar las campañas de mujeres candidatas y promocionar su liderazgo.
Nos queda recuperar la economía y no podemos estar al margen, ya que como mujeres somos agentes de cambio en nuestra sociedad y necesitamos que se creen nuevos empleos dignos, con perspectiva de género, que sean trabajos decentes, que permitan combatir y prevenir la pobreza y la desigualdad, generando una mejor protección social universal independientemente de su situación laboral, raza, migrante, discapacidad, identidad de género u orientación sexual, con derecho a sindicalizarse y negociación colectiva para todos y todas las trabajadoras del cuidado de la economía formal e informal, con salarios mínimos equivalentes al ingreso Familiar de emergencia, apoyando a las pequeñas y medianas empresas con subsidios.
Por todo esto; ¿Sí crees que la desigualdad de género existe? ¿Sí crees que no está bien y quieres cambiarla?
¡Entonces tú eres Feminista! y como mujeres feministas, queremos tener un poder efectivo como trabajadoras y trabajadores y como organización sindical unidas.
Es nuestro deber ayudar a construir el mundo que deseamos. Con igualdad y justicia social.
¡Sigamos en esa lucha, con determinación, seguridad y orgullosas!
“Es necesario que las mujeres también ocupemos el poder, y que pasemos de la influencia al poder real”.
¡Arriba las mujeres que luchan; por todas las mujeres…!
Un abrazo a todas y todos.
Magdalena Castillo Díaz.
Presidenta